martes, 27 de marzo de 2012

¿De qué sirve el hipertexto en la literatura?

Casi todos los escritores que rondamos la blogosfera seguimos teniendo claro que escribimos para ser publicados en papel, para que nos expongan en librerías y nos lean en el tren o el autobús; sin embargo, no está de más saber cuáles son las herramientas de que disponemos a la hora de escribir para Internet, y qué posibilidades nos ofrecen. El hipertexto es una de esas herramientas.


1. Uso divergente: El protagonista acaba de encontrar a la mujer de su vida. Está allá, al fondo del bar, oculta entre volutas de humo y risas etílicas. ¿Debería nuestro héroe saludarla y declararle su amor o seguir soñando en silencio cómo sería estar con ella? El lector debe decidir, y según lo que decida, la historia seguirá un rumbo u otro. La clásica estrategia de los libros de "Elige tu propia aventura", con la posibilidad de leer los capítulos en cualquier orden imaginable. Aunque también podemos trabajar con complicados diagramas de flujo. Para esto no hace realmente falta que usemos hipertexto, y el único beneficio que le veo a su uso es que la tarea de buscar la página a la que nos lleva nuestra decisión se reduce a clicar en la opción deseada.

2. Uso explicativo: El joven escudero del protagonista resulta ser un poeta muy cultivado con dificultades para cambiar de registro. A cada fracaso de nuestro héroe le es seguido un sabio consejo de su amigo, que podría ahorrarle bastantes problemas. Es decir, si no sonase así:

- Aun a riesgo de parecer un deleznable criticastro taquifémico, te aconsejaría trocar esa eviterna Weltanschauung desfasada por una versión más laxa del zeitgeist moral. Un poco de genre savvy te podría haber advertido de que el chovinismo de nuestro anfitrión es una prueba irrefutable per se de su fetichismo belicista, ergo podrías haberte refugiado con él.
¿Habéis entendido algo? Yo ni jota. Que el resto del reparto no entienda lo que significan esas palabras no quiere decir que el lector tenga que permanecer también ignorante. Mediante enlaces, podemos explicarle al lector qué es lo que significa cada palabra, dónde está situado cada lugar, o cuál es el libro que tanto le gusta al villano. El equivalente analógico consiste en obligar al lector a que haga constantes viajes al diccionario y a la enciclopedia. Tampoco se trata de reemplazar eso por constantes viajes a la Wikipedia, pero si podemos ahorrarnos un párrafo explicando cómo están situadas las calles de nuestra ciudad mediante un enlace a Google Maps, ¿por qué no hacerlo?

3. Uso expansivo: "Su vestido daba la apariencia de estar tejido con la misma noche. Las lentejuelas brillaban como si fuesen estrellas bajo la luz fosforescente del hospital. El conjunto tenía esa especie de je ne se pas que sólo los mejores modistos pueden lograr...". La descripción de un vestido está bien, pero cuando llevas cinco páginas hablando de lo mismo puede cansar. A lo mejor al lector no le apetece ni le interesa leerse el documento legal que los líderes de vuestra comunidad post-apocalíptica ha pactado en su primera reunión para limitar el consumo de las reservas de agua. O una declaración de principios redactada por una tenebrosa secta que nuestro pusilánime detective debe desmantelar. Pero claro, a lo mejor sí.

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